El rapto de Europa en la moneda de euro. El Magacín.
El rapto de Europa en la moneda de euro. El Magacín.

Europa es el nombre de varias protagonistas de la mitología: La hija de Ticio, una de las Oceánides, la madre de Niobe, la hija del Nilo, pero la más famosa de todas es la hija del rey Agenor y Telefasa. Cuando Zeus, el supremo dios del Olimpo, vio a la bella Europa jugando en la playa de Tiro con unas amigas, quedó prendado de ella y, para conquistarla, se transformó en un toro de blancura deslumbrante sentándose a su lado. Europa se asustó, pero poco a poco se fue calmando y comenzó a acariciar al animal sentándose en su espalda. El toro se levantó rápidamente y se metió en el mar, pese a los gritos de la doncella y se la llevó a Creta.

Bajo unos plátanos Europa fue poseída por Zeus, del que nacieron tres hijos: Minos, que fue rey de Creta, Sarpedón, rey de Mileto, y Radamantis, organizador del código cretense. Zeus la hizo tres regalos: Talo, un autómata de bronce que vigilaba constantemente las costas para prever cualquier invasión; un perro que no dejaba nunca escapar a su presa y una jabalina que jamás erraba el blanco. Después la desposó con el rey de Creta Asterión. Europa recibió honores de diosa a su muerte y el toro se transformó en la constelación Taurus.

Otro relato mitológico dice que al morir, las almas descienden al Tártaro (el Infierno). A medida que iban llegando las almas eran juzgadas por Éaco para los europeos, Radamantis para los asiáticos y Minos que juzgaba los casos difíciles (entonces no había americanos). Según la sentencia, los buenos iban a los Campos Elíseos, los malos al Tártaro y los regulares a los Campos de Asfódelos. Es de resaltar la importancia que se daba a  como Europa amante de Zeus y como madre de los jueces del más allá.

Europa sigue siendo la diosa indiscutible de las artes y las ciencias y sigue siendo muy bella, aunque los años y los disgustos no la han perdonado. Ha tenido varios hijos, llamados países, que no dejan de pelearse unos contra otros, lo que le ha causado tan grandes amarguras que han estado a punto de llevarla a la tumba. A pesar de todo, sus hijos adoran a su madre y desean convivir con ella.

Plaza Syntagma Atenas el día del referéndum
Plaza Syntagma Atenas el día del referéndum. Foto: El Magacín

Cuando menos se esperaba, Europa ha sufrido un nuevo rapto, pero esta vez de forma bien diferente y sobre todo chabacana. En vez de enamorar a un dios como Zeus, ahora ha sido reemplazado por unos cretinos (perdón quería decir “cretenses” a los que nadie ha elegido). En vez de un toro de resplandeciente blancura, se han presentado como capaces de dar un gran poder y felicidad a todos los hijos de Europa y poner fin a sus continuas pendencias, aunando a todos bajo lo que precisamente más desune: el dinero.

Europa, creyendo en tan buenas intenciones, se confió y la Troika, que así se llaman sus secuestradores, la raptó, exigiendo un rescate que nadie puede pagar. La Troika está compuesta de financieros y economistas muy “sabios”, que han establecido una moneda única, sin una fiscalidad común, y han impuesto una serie de medidas económicas que sólo han servido para empobrecer a la mayoría de sus hijos, favoreciendo al más poderoso de ellos, Alemania, y a un pariente lejano, ambicioso y sin nombre propio, llamado Estados Unidos de América. Es decir, imponen sus decisiones, por la fuerza del dinero, sin consultar ni debatir con nadie.

La Troika reside oficialmente en Bruselas, pero su verdadera sede es Berlín, donde tienen secuestrada a Europa. No permite, bajo ningún concepto, que uno cualquiera de sus hijos trate de liberar a su madre y menos aún sin pagar el rescate. Porque eso la permitiría reunir a sus hijos en una casa en la que todos se encontrarían a gusto, respetando los Derechos Humanos y la Democracia y tratando con humanidad a los refugiados de otros países.

Parece que sólo será posible la liberación de Europa cuando todos sus hijos lo exijan por la buenas o por las malas, porque el rescate es impagable. Esperemos que reine el buen sentido y no tenga que ser por las malas.

¡Lo que no podemos consentir es que siga secuestrada!.

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