Se han ido, ahora son ángeles que te protegen

Tres hermanos quedan huérfanos, Luis 9, Eduardo 8 y Ana 7 años. Su tutor los envía internos a Colegios Particulares Católicos. La historia es REAL, los nombre ficticios.


Transcurren los años y se podría decir que no viven mal, reciben una muy buena y exigente educación. Los tres hermanos muy rara vez se ven, algunas veces uno de ellos, como acólito, asiste a la misa diaria que se realiza en el convento donde está Ana. Variados sentimientos acuden a ella al verlo alegría, dolor y nostalgia, rabia y la pregunta inmediata al cielo ¿Porque a nosotros?

Un día de agosto Ana está en clases, entra Sor Berta pide autorización a la Madre Imelda para llevarla a la Dirección. Ana se inquieta – ¿Y qué hice ahora?, ella se distingue por sus excelentes calificaciones, en especial, matemáticas, estadísticas y dibujo, sin embargo constantemente es reprendida y castigada en penitencia de oración por su mala conducta y desorden.

Se le hizo muy largo el camino, Sor Berta nada habló, por fin llegaron a la Dirección. Con la Madre Superiora está su tutor y una señora, la Madre explica a Ana que – su tutor acaba de contraer matrimonio y que de acuerdo a lo dispuesto por el Juez, ahora está en condiciones de hacerse cargo de ella y por tanto vienen a retirarla. Ana ya estaba acostumbrada en el Convento y era feliz a su modo. Se asusta, nada dice, se hace un silencio interminable y por fin se atreve a preguntar – ¿Porque?. Con molestia la Sra. sin siquiera mirarla contesta – porque así yo y tu tutor lo hemos decidido.

Todo transcurre rápido, casi como un mal sueño, la Superiora no está de acuerdo y ofrece becarla, nada, la respuesta es la misma, se

la llevan, ya un poco molesta decide llamar a un abogado. Nada cambia. Ana se despide de las Madres, Sores y compañeras de todas llorando. Ya a la salida y antes de subirse al auto pregunta y – ¿mis hermanos? No le contestan. Llegan a una enorme casa, preciosa, de 2 pisos, allí estaban viviendo los padres del tutor. Mientras terminaba sus estudios con ellos iba a vivir.

El tutor, su señora y madrina (así le dijeron que tenía que decirle a la dueña de casa), la llevan a un enorme y elegante salón. Y le dan todas las indicaciones, la cambiarían de Colegio, iría al Comercial. Cada día la acompañaría una de las empleadas, la dejaría en la puerta y luego la iría a buscar, su promedio de notas no podría bajar del 6,5, como mínimo. Ana, se hacía como si lo escuchara y cuando callaba, para dejarlo tranquilo decía sí, sí.

A los cinco días Ana acompañada de Antonia, una de las empleadas de la casa, llega al Comercial y se presenta al Director, mientras esperaba ser atendida, una alumna que también esperaba le dijo – te deseo suerte, al señor de esa oficina le dicen “el indio Muñoz, así que prepárate”. La entrevista fue cordial, la notifica que ingresará al 3er año, la felicita por las excelentes calificaciones que trae, le da la bienvenida y en un momento la mira con preocupación, la abraza y dice – “Sé que le va hacer muy difícil, pido a Dios que lo resista”. Aquí estaré, a su disposición, para escucharla y atenderla cuando tenga inconvenientes”.

Uf, sí que los tuvo y muchos, durante un tiempo era un verdadero show, Ana era la protagonista, sus compañeras no entendían nada y se reían o a su espalda o directamente, le pusieron el sobrenombre, la señorita desterrada.

Fue difícil, culturas muy distintas, conversaciones diferentes, chistes que no entendía, nunca lloró delante de ellas, sí en las noches en su dormitorio, tampoco reclamó, sólo dejaba que pasara el tiempo y… empezó el cambio, era la mejor en casi todas las asignaturas, no así en música ni gimnasia, casi sin darse cuenta, empieza ayudar a sus compañeras, se transformó en campeona para pasar torpedos, en las pruebas de matemáticas y estadística. Al final la aceptan y terminan eligiéndola, tres veces Presidente de curso y Mejor compañera del curso e incluso el último año Mejor Compañera del Colegio. Ana, siempre tuvo dudas si la elegían por ser buena compañera o porque les soplaba en las pruebas y torpedos que pasaba.

Esperaba ansiosa los Premios que entregaban las Damas del Rotary Club, ropa linda, zapatos, cajas de chocolate y otros, los Diplomas la tenían sin cuidado, prefería los regalos.

Solo falta, un poco menos de un año, para egresar, llega al curso la Inspectora General a dar la buena noticia que en el Liceo de Niñas, tres cuadras de distancia del Comercial, necesitaban una alumna en práctica en el Economato, para trabajar de 15,00 a 18,00 hrs. de lunes a viernes el sueldo era muy bueno y además entregaban las onces.

Todas querían ir, entonces la Inspectora decidió que sólo los dos primeros promedios en Estadística debían participar e invito a un juego y dijo, van hacer una carrera desde la puerta del Comercial a la del Liceo, allí va a estar la Miss Mary esperando a la ganadora Ana o Patricia.

¡Qué carrera! Ana la ganó, bellos y emotivos recuerdos de su trabajo en el Liceo. En la casa de su madrina avisó que tendría clases en la tarde y le pagaba directamente a Antonia para que le guardara el secreto y fuera a dejarla y buscar al Liceo, así nadie sospechaba. La Miss le cancelaba quincenalmente. Ese mismo día Ana se gastaba todo, ropa, chocolates, dulces, colonias, se sentía muy feliz. Miss Wilson era muy bondadosa, tierna y estaba pendiente en regalonear a Ana.

De repente, Luis y Eduardo sus hermanos llegan a vivir a la casa y también el hermano de la madrina Don Patricio que venía de otra ciudad. Aparece el tutor y su señora, a dejar los límites marcados, cada día más estricto, más prohibiciones y más controles. Al quedar solos Ana les cuenta a sus hermanos lo que hace y cómo los va a regalonear, les traerá trozos de torta o queques, lo que quieran.

Don Patricio era un individuo muy desagradable, a Ana le molestaba como la miraba y la seguía prácticamente huía de él.

Luis y Eduardo son muy educados, tranquilos e introvertidos. Ana es inquieta y extrovertida, ríe, canta, baila  y  se mueve al compás de cualquier música que escucha. En casa había sólo una gran radio, el único autorizado para encenderla era Don Patricio, quién por indicación del tutor prohibió que se encendiera mientras estudiábamos.

El tutor y su Sra. se fueron, vivían en otra ciudad. Don Patricio se levantaba y bajaba de inmediato a encender la radio. Cuando, en la tarde, llegaba la hora de estudios, Ana a quién no le gustaba la música que sintonizaba empezaba a tatarear las canciones y él la apagaba de inmediato, no para cumplir la instrucción del tutor, no estaba ni ahí, sino para no darnos el gusto. Ana lo hacía de adrede, se sentía segura con sus hermanos quienes o estaban estudiando o andaban en el piso.

Transcurren algunos meses y Ana quiere ir a su primera fiesta, sabe que no le darán permiso y por tanto decide ir a escondidas, siempre y cuando su hermano mayor la ayude, el plan es muy riesgoso y Luis no muy convencido se compromete Deciden dejar la puerta de entrada de la casa entreabierta, en la noche, para que Ana salga a su fiesta, la puerta permanecerá entreabierta durante el tiempo que Ana esté en la fiesta, luego cuando vuelva debe hacerlo en el más absoluto silencio, cerrar la puerta y subir a su dormitorio. Es un plan muy atrevido y ambos están conscientes de sus consecuencias si son sorprendidos.

Ana contenta, emocionada y elegante, va a su primera fiesta, en casa de una de sus compañeras de curso donde bailan, cantan y se divierten bastante. Más tarde regresa a casa, ya camino a ésta, empieza angustiarse y…. ¿si alguien que pasaba, un vecino, un conocido hubiere cerrado la puerta o tocado el timbre para avisar que estaba entreabierta? Y… ¿si entró un ladrón? y… ¿si el matrimonio ya la estaba esperando y avisado al tutor?

Por fin, llegó a la casa, eran exactamente las 24,00 hrs. con el máximo cuidado de no hacer ruido y en total a oscuras cierra la puerta de entrada, se descalza y avanza tanteando por  el pasadizo, le parece que son millas. Debe subir al segundo piso donde está ubicado su dormitorio, frente al del matrimonio. Sus hermanos Luis y Eduardo comparten, siempre en el mismo piso, otro dormitorio común con Don Ricardo.

Ana previo a subir empieza a rezar, promete no hacerlo más, sabe que no va a cumplir la promesa, pide perdón y… vuelve a prometer, se decide temblando, descalza y a oscuras empieza a subir al 2do. piso, iba en el cuarto escalón cuando siente que 2 manos la agarran por la espalda y la  empujan  hacia abajo,  muda y temblando de miedo retrocede, no puede gritar, no le sale la voz, enciende la luz del primer piso,  mira  por  todos lados,  no hay nadie, llega a la conclusión que se lo imaginó, es lo nerviosa que estoy se dice a sí misma, está consciente que no debe hacer ruido, de todos modos más calmada y muy bajito pregunta ¿Quién está ahí?. Nada, ningún ruido, sacude su cabeza.

Vuelve a intentar subir ahora el empujón hacia atrás es más fuerte con mayor presión. De nuevo llega al primer piso, enciende la luz, no hay nadie, piensa en cuáles serían las consecuencias que se originarían si la descubrieran. ¿La mandarían a una correccional? ¡Qué horror!. Ya no se atreve ni a rezar porque cree que Dios ni los Santos le tienen confianza, siempre promete y no cumple y ahora ¡¡Está sola!! Ahí se queda un rato tiritando de frío y susto muy arrepentida, no puede pensar.

Al fin no le queda otra alternativa que subir, empieza a rezar de nuevo, pide ayuda al Cielo. Llega al descanso de la escalera aterrada siente una jadeante respiración, pregunta en voz baja, casi susurrando, ya llorando ¿Quién está ahí? todo está muy oscuro, no se atreve a seguir, vuelve a preguntar. Por favor, dígame – ¿Quién está ahí?

De repente se encienden las luces, escucha a su hermano Luis gritar ¡¡Alto si usted la toca, yo lo mato!! Don Patricio estaba a la subida de la segunda parte de la escalera, con sus órganos genitales al aire. Ana aterrada rompe a llorar, desconsoladamente, no entiende nada. ¿Qué pasa? Se arma un gran escándalo, todos aparecen y gritan. Aparece, su hermano Eduardo asombrado, medio dormido, su madrina y su marido y este caballero desnudo en la mitad de la escalera tratando de taparse con las manos.

Pasan días y días amargos. La madrina decide no avisar al tutor, sabe que sacaría de inmediato a Don Patricio y que se llevaría a Ana. A ella tampoco le conviene, el tutor le paga muy bien la estadía de los 3. Además, la casa es del tutor. Avanzan los días en un ambiente muy desagradable.

Cuando todo está más tranquilo Ana busca, estar a solas con su hermano Luis y le pregunta. – ¿Estabas despierto? – ¿Cómo sabías que estaba en peligro? Luis la mira fijamente, está muy cambiado desde el día del incidente, más silencioso, ausente y triste carraspea y en voz baja mirándola a los ojos le contesta – “nuestra mamá me despertó y me mandó a salvarte”. Ana lo mira, horrorizada, al comienzo sin entender, luego rompe en llanto y muy angustiada grita ¡oh¡ ¡oh! entonces era ella ¿mi mamá?, me avisó 2 veces y ¡no le obedecí! Mira al cielo y grita. ¡Por favor mamita linda, por favor Perdóname! Ambos lloraban, se abrazaron y recién se dieron cuenta que… NO ESTABAN SOLOS EN EL MUNDO.

Un relato de María Angélica Lacazette Ortíz

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