Estamos en la fase 0 de la desescalada, lo que implica que comercios y servicios como peluquerías, ferreterías, floristerías, ópticas, centros de fisioterapia y dentistas pueden abrir. Eso sí, deben atender a los clientes de manera individual y extremar las medidas de protección, lo que implica usar los equipos de rigor, limpiar y desinfectar con frecuencia, así como informar del nuevo proceder.
Atendiendo a lo dispuesto, las clínicas dentales ya pueden atender a pacientes, aunque muchas de ellas continúan prestando servicios mínimos y solo atienden a quienes tengan una situación de urgencia. No es el caso de clínicas Abaden, por ejemplo, que atiende cualquier caso previa cita e informando a los usuarios de cuáles son las medidas a seguir.
Lo hacen siguiendo las medidas y protocolos propuestos por el Consejo General de Dentistas, recogidas en el Plan Estratégico de Acción para el periodo posterior a la crisis creada por el Covid-19. Así es como ha llegado a las clínicas dentales la nueva normalidad de la que tanto se habla estos días.
Atención telefónica como previa
En los centros se está aplicando lo que se conoce como triaje telefónico, esto es, escoger y separar a los pacientes debidamente para evitar concentraciones en la misma clínica y ordenar según urgencia y necesidad. Quien tenga que someterse a algún tratamiento no debe personarse sin cita en ningún caso, sino llamar por teléfono para seguir las indicaciones del personal y poder concertarla.

Aún así, quienes vayan a visitar la clínica deberán responder un cuestionario básico, pero necesario para evitar riesgos. Se interesarán, sobre todo, por la aparición de determinados síntomas en los últimos 15 días, como fiebre, tos u otro signo respiratorio, diarrea u otra molestia digestiva o pérdida de gusto u olfato. Los profesionales también preguntarán por un posible contacto con personas sospechosas de estar contagiadas o que han dado positivo, si el propio paciente ha pasado la enfermedad y si sigue en cuarentena en caso afirmativo.
Es necesario vigilar los casos sospechosos con especial atención para poder aislarlos y prevenir. Así, en caso de dar una respuesta afirmativa a alguna de las preguntas recogidas en el cuestionario, se solicitará al paciente que posponga la cita hasta dentro de 14 días, como mínimo, además de recomendarle que visite a su médico de familia para que pueda elaborar un diagnóstico definitivo.
Un tratamiento diferente tienen las urgencias dentales, que sí podrían tratarse incluso en los casos sospechosos, siempre que el odontólogo/a lo considere necesario. Hablamos de infecciones severas, de sangrado postquirúrgico o postraumático, traumatismos severos o dolor intenso. En esos casos, habría que ponerse en contacto con la clínica para que los profesionales que trabajan en ella puedan valorar el caso y, si procede, dar una cita.
El momento de la cita
El conjunto de medidas extraordinarias que se aplican al día a día de las clínicas dentales no compete solo a sus profesionales, también a pacientes. Deben acudir sin compañía alguna a la clínica, o con un/a adulto/a si se trata de un/a menor de edad o una persona con alguna necesidad específica. Conviene que antes de salir se quiten complementos como pulseras, collares, pendientes o anillos, ya que el virus SARS CoV-2, el coronavirus que provoca la enfermedad COVID-19, puede permanecer en superficies metálicas durante días.
La puntualidad es más necesaria que nunca en estas circunstancias: ni demasiado pronto para no exponerse más de lo necesario ni tarde, para no descuadrar la agenda de citas y poner en riesgo a otros pacientes.
Una vez en la clínica, se le proporcionará gorro y cubrezapatos que debe llevar todo el tiempo, y se le facilitará gel hidroalcohólico para frotarse las manos al entrar y al salir. Lo ideal es que pasen directamente a la sala de espera evitando paseos innecesarios dentro de las instalaciones, y manteniendo la distancia de seguridad de dos metros en caso de encontrarse con alguien.
Cuando pasen para ser atendidos, se les proporcionará un colutorio que ayuda a disminuir la carga viral, y que deben usar del modo habitual: mantener durante 30 segundos y expulsar. A la hora de abonar la intervención, es preferible hacerlo con tarjeta de crédito. El dinero en metálico no solo podría contener virus, sino que, por el intercambio que está asociado a su uso, conlleva peligro de viralidad.
Limpieza y desinfección: las claves
Las clínicas dentales y otros establecimientos de servicios, sean sanitarios o no, deben redoblar sus esfuerzos de limpieza y desinfección. Los profesionales estarán equipados con la protección de rigor, esto es, mascarillas, guantes, gafas o pantallas, gorro, bata y cubrezapatos. Son los llamados EPI que, aunque reutilizables, se desinfectan entre pacientes.

Además, las áreas consideradas de riesgo se protegen con un film plástico, y cualquier aparato que vaya a estar en contacto con la boca de paciente se cubre con fundas desechables. En la misma línea, se esteriliza todo el instrumental y se limpian y desinfectan las zonas con las que el paciente haya tenido contacto. Las clínicas cuentan también con lámparas de desinfección ultravioleta para eliminar bacterias y virus, y el espacio se ventila entre paciente y paciente.
Las medidas no atañen solo al box donde el paciente recibe el tratamiento, sino a las instalaciones en su conjunto. Se puede observar desde el momento de sentarse en la sala de espera, donde no hay folletos, revistas o cuadros. Han sido retirados para evitar el riesgo.
Con frecuencia se usan toallitas con una solución hidroalcohólica para pomos, mesas, sillas o sofás, además de interruptores, teléfonos o datáfonos. Y, al terminar la jornada, todo de desinfecta con lejía. Con todo, las clínicas dentales también están instauradas en una nueva rutina que exige garantizar la seguridad personal de los pacientes. A estos, por supuesto, también se les insta a usar el sentido común.