Considerada como una de las mejores acróbatas de la tela aérea de la Argentina, Patricia Rumassa es una de las profesoras más buscadas para insertarse en el mundo circense. El Magacín.
Considerada como una de las mejores acróbatas de la tela aérea de la Argentina, Patricia Rumassa es una de las profesoras más buscadas para insertarse en el mundo circense. El Magacín.

En el barrio de Villa del Parque de la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra el gimnasio Power Fox Gym. Caminé hasta el fondo para entrar en La Frontera multiespacio, lugar donde los niños y adultos aprenden el arte circense. Ahí vi a Patricia que me saludó con una sonrisa. Si no supiera a lo que se dedica, tranquilamente la confundiría con una lanzadora de jabalinas de alto rendimiento por si figura atlética. Ella me hizo señas para que la siguiera.

Salimos al patio trasero del gimnasio, nos sentamos en el piso y el sol nos hacía olvidar del frío. Desde el primer momento, noté lo que siempre pensé de su mirada: una persona amable y predispuesta para charlar. A pesar de estar cansada, me dedicó un rato largo para la entrevista y eso demuestra la calidad de persona que es. Por esta actitud es amada y querida por todas sus alumnas, colegas, profesores y personas del círculo del circo.

Nota de El Magacín al lector: Este artículo contiene numerosas expresiones de castellano lunfardo y hemos preferido mantenerlas.

¿Cómo ves el panorama actual del circo en la Argentina?

Hay un montón de lugares dónde se hace circo: la UNSAM, que es la de San Martín que cada vez va abarcando más y la gente, tiene más conocimiento y de distintas disciplinas. No solo la tela que es la más comercial, sino que la gente va conociendo un montón de otras disciplinas que hay en el circo y están fuera de lo tradicional que es la carpa, el trapecio abuelo y hay cuerda. Fuera del circo tradicional, se conocen otras cosas, y eso está buenísimo. Después suceden cuestiones políticas que tiene que ver con cierres de centros culturales, se hacía esto (el circo) o cuesta un montón que esté abierta por las diferentes exigencias. Y hay otro lugar que es el Polo Circo, está cerca de Constitución y hay dos carpas inmensas. Lo que pasa es que lo tiene una sola persona, la concesión la tiene una sola persona, y entonces es limitado quiénes participan.

«La tela es un laberinto pero tiene salida, si la buscas»

Yo puedo ir a presentar un número, pero probablemente haya otras personas que tenga prioridad por formar parte de no sé dónde. Creo que es Pérez el apellido del tipo que maneja el espacio. Ese lugar si bien sería un lugar que puede acceder mucha gente y que uno puede trabajar y aparte las carpas son increíbles. Como artista no tenés acceso tan fácil. Lo que está bueno de ahí: en vacaciones de julio o en verano hay muchos espectáculos gratuitos, otros pagos pero no son tan caros. Está más metido en la sociedad lo que antes no se conocía.

¿Vos ves una diferencia entre pasado y presente?

Sí, yo empecé a hacer tela hace diez años y un montón de actividades no eran tan conocidas. La tela ya era conocida porque es bastante comercial, pero hay otros elementos: la cinta, la cuerda, el trapecio fijo, el aro, el trapecio a vuelo, el palo chino, acrobacia de piso, el alambre que hacen equilibrio, el otro que no me acuerdo cómo se llama que es un elástico, hay un montón de variantes que ahora se conocen mucho más. Creo que sí.

Pienso en los niños que eligen una actividad en su infancia. ¿Qué diferencias notas entre el circo y un deporte para estos niños?

Yo les doy clases a niños y creo que la diferencia está en que se divierten. Es una disciplina en que haces ejercicios, podes llegar y subirte y nada más o después te lastimes y tengas una lesión. Creo que los seduce un poco más, porque pueden jugar, se superan. Arrancan una clase y las primeras clases no se pueden subir y la tercera clase se pueden subir y entonces es: “¡Profe! ¡Mira profe!” (voz de niña emocionada). Y la ves agarrada: “¡Guau! ¡Qué bien pudiste!” (le responde Patricia). Ven la superación en cada clase y eso está buenísimo para ellos. Después depende de cada profe, para mí siempre está bueno darles el refuerzo positivo de: “Che, que bien, te acordás que la clase pasada no podías subir”. Y ahí genera un enganche.

Por otra parte, tenés la parte artística y nosotros tenemos muestras (ahora a mitad de año hacemos una). Ellas eligen un tema y yo las ayudo a armar lo que quieren hacer. En base a lo que tiene aprendido, armamos un número y elegís un vestuario. Yo tuve nenas, varones solo tuve dos a lo largo de cinco años que doy clases. El adulto venía acá. O sea, como que les gustan más a las nenas, antes de una gimnasia deportiva que es muy divertida, yo hacía, eligen hacer tela. Es más divertido porque también juegan.

¿En cambio en un deporte hay más presión?

Claro, un deporte es más estructurado y tenés que seguir algunas reglas. Acá es igual, tenés que seguir reglas para cuidarte, porque si no te lastimás. Pero es más ameno y yo en el final de la clase las dejo jugar: se hamacan, se hacen el nudo, se tiran. Por ahí viene la mano.

Pienso, por ejemplo, en una chica en vez de hacer tela, puede hacer tela o hockey, pero sentís la presión de los padres, gritando en la tribuna: ¡Dale ganale! ¡Rómpele la pierna! ¡Dale!

Claro, esta esa cuestión que los deportes de competencia que pueden ser: hockey, handball, vóley, gimnasia deportiva y que generan competencia, presión, y los papás se ponen en otro lugar. Esto es más recreativo; de todas formas, hay un entrenamiento y una preparación, y se trabaja en general una conciencia corporal. Y tal vez, tenga que ver con que tengan que cumplir o como los varones en el fútbol.

Es terrible, mi sobrino Thiago que tenía 7 años iba a Federación Caballito, ahora va a Boca y yo lo iba a ver los domingos. Los padres estaban sacados gritándoles afuera de la cancha y peleándose con el árbitro. Una vez lo fui a ver a Barracas, y la tribuna que correspondía al equipo de Barracas, se pasó los dos tiempos de 15 aplaudiendo todo el tiempo, aplaudían como generando malestar. Y se angustió un momento con toda la presión, la cancha que no la conocía, la gente que gritaba. Yo entré a la cancha y tenía una bronca, decía: “Pobrecito es rechico”. Bueno eso acá no lo ves, eso no sucede. Acá los padres ven una muestra y se van contentos de la muestra anual de fin de año. También hice a mitad de año porque las chicas tenían ganas, las más grandes. Yo tengo este grupo (de La Frontera) pero trabajo en otro espacio, tengo treinta y pico de adultos, diez niños y los sábados trabajo en otro lugar.

Entonces tenés, por un lado, a tus alumnas y por el otro, a tu sobrino que sufre con el fútbol

Sí, igual Thiago no lo sufre tanto, porque donde juega hay mucho más respeto, la gente, no dice nada, es más serio, es un ambiente muy competitivo. A mí, no como deporte, sino por lo que significa socialmente, no me gusta el fútbol. Creo que viene por ahí: la diversión, se hacen amigas o son amigas.

También toco el tema de la alimentación, porque los niños comen muy mal: mucha galletita, porquería y me han caído con el paquete de galletitas. “¿Qué estás haciendo?”. “No, estoy merendando”. “¡No, vos tenés que merendar en tu casa, no cinco minutos antes de la clase! ¡Porque me vas a vomitar el piso y lo vas a limpiar vos!” (Lo dice en tono irónico). Es una cuestión de educación, de hábitos. Detrás de ese niño hay un papá y una mamá o un tutor, quiero decir: alguien que te tiene que orientar un poco. Es un niño pero no puede ser su alimentación básica de la merienda o de la mañana.

Está bien como profesora que vos les digas…

Sí, ellas me reescuchan y las grandes también. Una vez una me cayó con Coca Cola y le dije: “No, Cami, coca en mi clase no. En mi clase, se toma agua. Ni jugo, agua”. “Bueno” (voz de niña) Después le dije a la mamá y la mamá me dijo: “Che, me dijo Cami que la retaste”. “Sí, no me la mandes con Coca, porque ella necesita hidratarse y la Coca Cola encima es veneno y es pura azúcar y genera una adicción” (le respondió Patricia). No está bueno si ella está haciendo deporte, necesita hidratarse, no necesita deshidratarse y la Coca Cola te deshidrata. “Ah, bueno, bueno” (le contestó la madre). Ella por no saber y de repente vienen y me dicen: “Pato, me comí una banana antes de venir a clase”. “Ah, qué bien. Buenísimo. Te felicito, qué bueno” (les dice Pato). Vas formando un poquito.

¿Sos como una entrenadora/psicóloga?

Las más grandes son complicadas. Con los niños tengo una buena llegada, entonces pueden modificar sus hábitos más rápidos y con menos sufrimiento. Cuando sos grande y venís arrastrando malos hábitos de alimentación, es redifícil después. Ayer una alumna que empezó hace poquito y está pasada de peso, me dijo: “Yo no sé, te parece que siga o que primero baje de peso”. Entonces le dije: “Mira, Sofi, si vos te sentís cómoda, podes seguir y vamos manejando los tiempos. Tus tiempos que no tienen que ser los de tus compañeras”. “No porque mis compañeras suben” (le responde Sofi). A ella le cuesta mucho subir y cada una tiene sus tiempos. Entonces me dijo: “Porque yo a veces me doy atracones de comida, de dulce”. Tiene un trastorno, esa chica ahora va al nutricionista, al psicólogo y te puedo asegurar que debe sufrir un montón en tener que reprimirse para no comer o cuando se pega los atracones. Con la culpa después de que se pegó el atracón y de que estaba pasada de peso y de que el ejercicio cuesta. Todo eso se construye y a veces los papás no entienden y me dicen: “Ay, pero es chiquito que coma galletitas”. Porque vos estás construyendo su cuerpo y su cabeza, entonces está bien, hoy es chiquito y come galletitas y cuando tenga 18 o 20 años sufre porque no puede bajar de peso, porque no puede dejar comer, porque el ejercicio le cuesta, porque está en un cumpleaños y no puede comer dulce. Sí, que coma dulce, que coma en un cumpleaños, que coma algo. Se ven un montón de cosas cuando uno labura con la gente y con los niños o con los adolescentes.

Volviendo a la pregunta: creo que es diversión, entrenan y no tienen la presión de tener que competir. Tienen una muestra pero la muestra es para ellas.

Aparte no hay premios acá…

Hay unos torneos, conozco una chica de Neuquén, creo que es ella que ganó y se va a Japón. Hay unos torneos, la verdad no sé cómo están respaldados, digamos: hay unas competencias, pero no sé legalmente si están avaladas como la gimnasia deportiva o las competencias de alto rendimiento. Tendría que averiguar. A mí mucho no me interesa lo que es competencias. Si alguna de mis alumnas quisiera participar, la preparo. Lo que pasa es que es tan amplio lo que se puede juzgar. No es como en la gimnasia que es muy técnico. En la gimnasia deportiva vas a competir y todo es técnico: desde cómo entraste, hasta lo que hiciste. Cuando vos haces esto, hay cuestiones técnicas, elasticidad, artísticas, entonces: ¿qué es lo que se juzga? Lo que se juzga es como raro o desde qué lugar. ¿Quién? ¿Quién está capacitado? Es reloco porque nosotros no tenemos, no hay un título de telista. Entonces es difícil qué se juzga en un torneo.

Patricia hace referencia a que los torneos no están regularizados por ningún ente nacional ni por ningún comité especializado en el tema. Debido a esto, cualquiera puede realizar un torneo de estas características. El Magacín.

Patricia hace referencia a que los torneos no están regularizados por ningún ente nacional ni por ningún comité especializado en el tema. Debido a esto, cualquiera puede realizar un torneo de estas características.

Desde hace unos años, estudiar circo sin pagar es posible gracias a la Universidad de Tres de Febrero. ¿Ves esto como una profesionalización del circo argentino?

Es un poquito lo que hablamos antes. Sí, totalmente, es una universidad que incorporó el circo y en la Tres de Febrero (UTREF) podés entrar con la edad que quieras. No sé cuál será el límite, pero la UNSAM tiene hasta veinticinco años. Si yo quisiera hoy inscribirme, no puedo y en la de Tres de Febrero, sí, porque no te limita tanto. Le da seriedad a nivel social, como cualquier carrera: “Ah, es abogado. Ah, es médico. Ah, es circense recibido en y de”. Y no es que nada más entrenó toda su vida. Profesionales hay muchos en lo que hacen y no tienen el título de la UNTREF.

¿Pero vos no tenés título?

No, yo no estudié, no fui a la UNTREF ni a la UNSAM. Me preparé a lo largo de diez años. Antes de dar clases, empecé hace cinco años con distintos profesores en distintas escuelas de circo y después a dar clases. Mi profesor me dejaba algunos horarios, daba clases junto con él. Básicamente, a mí me gusta la docencia, te tiene que gustar la docencia, sino podés tener el título más grande de la historia. Si no te gusta la docencia, no sirve porque podés ser un gran artista o lo que sea, pero si a vos no te gusta, vos no podés transmitir y no podés enseñar. No es tan fácil porque las personas todas son distintas, tienen distinta llegada, hay quien lo entiende de una forma y quien lo entiende de otra.

A medida que las vas conociendo a tus alumnos, les vas sacando la ficha. Entonces decís: bueno con ella voy por acá hasta que lo entiende, lo procesa. A mí me gusta la docencia, y Luis que era mi profesor hace como once o doce años, me empezó a dar horarios y “Pato me podes cubrir tal clase”. O me mandaba si tenía muchas alumnas “Andate a aquel grupo, y esto y lo otro”. Él me enseñó. Después fui a una escuela de circo que se llama Circo Criollo que es la primera escuela de circo en la Argentina, tiene más de treinta años. Los dueños son los viejos Videla y ahí aprendí un montón, porque hay mucha gente que hace distintas disciplinas y que hace mucho tiempo que vive de eso. Entonces ahí aprendí bastante y di clases los primeros dos años. La verdad que yo conocí la existencia de estas universidades hace un par de años. No sabía, tal vez si hubiese sabido o si me hubiese interesado con más tiempo.

Se puede decir que hiciste el camino más difícil que es el de ir por afuera de las universidades y que tuviste suerte de tener grandes profesores.

Sí, tuve buenos profesores. Me abrieron las puertas, te enseñan. También conocés gente, vas entrenando con distintas personas y conocés gente y vas adoptando cosas.

¿Las metodologías, por ejemplo?

Claro y te nutrís un montón. Ahí por el Criollo pasó mucha gente de afuera que va y viene, entonces traen info, se van con otra info y se juntan a entrenar con ellos. La universidad es distinta, tienen más materias, la ventaja que tiene una universidad es que ellos tienen que hacer casi todas las disciplinas. O sea, no solo saben tela, saben palo chino, saben trapecio. Eso te obliga a hacerlo. A mí el trapecio no me gusta mucho pero la universidad te obliga sí o sí.

El circo posee muchas disciplinas, ¿por qué elegiste tela aérea?

Originalmente es lo que conocí. Yo tenía veintiuno y quería entrenar pero el gimnasio no me gustaba; para ir hacer gimnasia deportiva ya estaba grande y era lo que había hecho de chica. Una amiga me dijo: “¿Por qué no vamos a hacer tela?”(Voz alegre, casi riendo). “¿Qué es eso?”, le digo. “Está buenísimo” (le respondió la amiga). Tampoco me supo explicar bien qué era. “Está buenísimo, bueno vení, vamos” (La invitó la amiga a la clase). Fui y la primera vez en la primera clase me subí y me pareció fantástico. Dije: “¡Qué bien!” (Voz de fascinación). Es una mezcla buena: entrenamiento con algo que te gusta y que le podes buscar una veta artística. Igual eso lo encontré después, en ese momento me pareció bueno el entrenamiento y me gustaba el elemento, subirme a la tela.

Originalmente es lo primero que conocí, después a lo largo del tiempo hice trapecio, cinta que me gusta mucho, es otro elemento de aire. Hice cuerda, piso no volví a hacer hasta hace poquito, pero me sigo quedando con la tela, me gusta mucho más. Hay chicas que arrancaron haciendo tela y terminaron siendo trapecistas pero me gusta más el elemento flexible: podes hacer un montón de cosas, trabajar con mucha altura, trabajar de cuatro metros para arriba y tiene una infinidad de posibilidades para hacer cosas. A veces me quedo acá (en La Frontera) y me pongo a investigar, termino toda enredada, en general, hasta que veo por dónde tengo que pasar y eso me lleva un buen rato y me gusta. Me parece que es eso: la infinidad de posibilidades que tiene.

¿Sería como una especie de laberinto?

Puede ser como medio un laberinto pero tiene salida (risa). Si le buscas tiene salida. Podes hacer un millón de cosas.

¿Eso es lo que te interesó la tela por sobre las otras disciplinas?

Sí, yo pienso que sí.

¿La cuestión de la variedad?

Sí, que dentro del mismo elemento vos podes variar un montón. Con el trapecio no tenés altura. O sea, el trapecio es fijo, es como los que ves colgados acá (señala los trapecios). No tenés altura, no es que podes trabajar en altura, podes trabajar alto pero no es que subís y bajas, es todo fijo en el lugar. Podes hacer piruetas y que sé yo. La cuerda también es otro elemento más duro y laburas todas piruetas, me gusta pero lo puedo hacer en la tela. Las cintas son hermosas pero es un elemento más complicado. Las cintas van a las muñecas, hago dos por tres, a veces agarro. Se trabaja con giros, en el lugar te suben y te bajan con un motor. O sea, las cintas van a un punto en el techo y ese punto tiene otro punto a un motor y (simula el ruido del motor al subir) botón y te suben. Es relindo, haces un montón de giros. Lo mismo lo puedo hacer en la tela, eso es lo que tiene la tela: podés de otras disciplinas como la cuerda, el trapecio o las cintas, pasarlo a la tela. Con el tiempo fuimos descubriendo que se pueden hacer un montón de cosas, es un elemento inagotable. Para mí eso es fantástico, es inagotable, no me aburro nunca. De las cintas sí y en un momento dejé, pero voy y vengo.

¿Cómo describirías tu carrera?

(Piensa y se ríe) Fue para mí un proceso largo, porque por esto que hablábamos antes: arranqué tela y fui enfocada a ser profe, pero quería laburar como artista, o sea, un poco y un poco. Al principio, yo laburaba en una oficina, luego laburé de camarera mucho tiempo e iba a entrenar. A medida que fue pasando el tiempo, me fui dando cuenta que quería estar más involucrada. Fue un proceso largo hasta que pude laburar y vivir solo de las clases, o si me sale trabajo como artista, hacerlo también. Me enfoqué más a las clases pero laburé en circo, si salen eventos o armo un número para presentarlo. O sea, se fue dando, entonces no me resultó agotador. Al contrario, cada vez quería un poquito más, así que para mí fue un proceso de descubrimiento.

Que comenzó cuando tu amiga te dijo: “Vamos a la clase”.

Claro fue un proceso de descubrimiento para mí y hoy vivo de las clases, y eso me encanta. Me cuesta un huevo, la tenés que remar todo el tiempo, pero hace tres años que sostengo el mismo grupo con algunas bajas, porque siempre alguien labura, estudia, se cansa, no sé, se va, empieza gente nueva. Eso me pone recontenta porque no es fácil. Entonces, la verdad es que lo vivo, lo vivo bien, muy bien, lo vivo con satisfacción. Me gustaría poder dedicarle más tiempo a la parte artística. Es muy difícil hacer las dos cosas, y la parte artística es más inestable en cuanto a lo económico. Me la jugué más por ir las clases, estabilizarme desde ese lugar y si sale laburo artístico…

¿Es complicado dar shows o eventos?

Sí, pasa que: yo acá laburé para dos circos y pagan poco. Si te vas a Europa a laburar, se labura muy bien. Yo no me quise ir ni me quiero ir, pero acá pagan poco. Se le exigen mucho al artista y pagan poco. Te llaman para un evento a la noche en un boliche y no es que voy, hago y me voy. Antes tengo que ir antes a colgar la tela, mi elemento, quedarme hasta el final para descolgarlo o que al otro día que me lo manden en un taxi o lo que sea. No son los cincos o diez o quince o una hora que puedas dar de show, no podés estar una hora colgada, lo hacés en intervenciones. Es todo lo que implica: toda la movida de trasladarte hasta ahí, con el elemento, dejarlo o esperar para llevártelo y ni hablar de que uno tiene un entrenamiento. Vas a laburar y te quieren pagar quinientos pesos, no es que quinientos pesos no me es plata pero me parece una falta de respeto, no voy a ir por quinientos pesos a perder toda la noche. Está desvalorizado, siempre hay alguien que labure por quinientos o por trecientos y aéreos es muy difícil laburar por una cuestión de habilitaciones, porque tiene que tener dónde colgar, tenés que estar seguro de que se pueda colgar y no se te venga el techo encima o una viga (risa contenida). Aunque sea tenés que tener cuatro metros de altura y no es tan fácil.

Después laburé para cumpleaños de quinces, casamientos y esas cosas. Inevitablemente estás laburando con el físico que se desgasta un montón y las últimas veces que laburé a la noche fue sábado. Los sábados al mediodía, doy clases y estaba recansada. Una hora de laburo: hacía cuatro entradas de quince minutos que es un montón para estar en la tela y terminaba muerta. Después me queda el domingo para recuperarme y tengo que arrancar el lunes a laburar otra vez. Sinceramente, nunca me involucré mucho, tendría que mandar material a una productora o algo para laburar. Voy a ver si lo hago porque es un ingreso más.

Cuando estás arriba en la tela, ¿qué sensaciones tenés y qué te propones?

A mí, me da una sensación de libertad. Yo me siento así pero de libertad de ser libre de lo que puedo hacer cuando te desestructuras, porque al principio uno viene de un profesor. Uno nace de un padre y una madre, tenés ciertas cosas que te dijeron que es de esta forma. Esto es un poco así: tu profe te enseña de una forma, y después uno si sigue entrenando y se interioriza un poco más, va descubriendo otras cosas que son más propias. Eso es para mí la sensación de libertad que me da, que puedo hacer lo que quiera. Me subo a investigar y quedo toda enredada o no, capaz descubro algo que me encantó o resulta que me subí a hacer algo que vi en un vídeo y terminé haciendo otra cosa y empiezo a tener una marca.

Uno empieza a tener como una marca registrada de tu autoría, hay un millón de trucos para hacer y las podemos hacer todos, pero cuando empezás a hacer cosas propias tenés tu identidad en lo que haces. Tenés un estilo, una forma, tus alumnos tienen ese estilo y esa forma. Puede pasar como me pasó a mí que te vas y rumbeas para donde te sale. Mi sensación ahí arriba es esa: de libertad, es de fortaleza, me gusta sentir que tengo fuerza. Cuando estoy entrenando, estoy ahí, mi cabeza está en ese lugar y no pienso de verdad en absolutamente ninguna otra cosa. Pueden pasar horas y no me acordé ni de comer (risas). Y digo: “Ah, tengo que comer”. La sensación de libertad, de fortaleza, de bienestar, me libera mucho la cabeza, estoy muy concentrada en eso y es productivo para mí, para mi trabajo. Ahí me encanta.

Parecería como otro universo, estás elevada del piso del que todos transcurrimos.

Sí, sí, me gusta mucho la idea de estar separada del piso y sí, es gratificante. No solo separado del piso, sino estás de cabeza haciendo fuerza, coordinando tu cuerpo, tus reflejos son mucho mejor, tu coordinación empieza a ser mucho mejor, casi que sos como un superhéroe (risas). Siempre con conciencia y sabiendo hasta dónde llego. Si vos me decís: “Che, Pato, ¿te podes subir a trepar?” Sí, sé que me puedo subir “Pato te podes escalar el edificio” Y no, no sé si llego tanto, quiero decir: a mí como mujer me da bastante autonomía porque no dependo de la fuerza física del hombre. Me mudé hace poco con una amiga que no es acróbata. O sea, no tiene tanta fuerza e hicimos la mudanza las dos solas y yo cargué una banda. El del flete se había fracturado la muñeca el día anterior, así que no nos ayudó casi nada y le decía a Ana mi amiga (con voz de sorpresa): “¡Qué fuerza que tiene tu amiga, me la voy a llevar a trabajar conmigo” (risa). “Dale, cuando esto no me funcione más, me pongo a laburar con un flete” (le respondió y se rio).Te da autonomía no estar dependiendo, así que me gusta estar en el aire, me gusta investigar, me despeja la cabeza, me es productivo. Lo elijo todo el tiempo.

Desde abajo, parece que la tela fuera una extensión de tu cuerpo y también, da una sensación de que estuvieras volando. ¿Coincidís?

(Risa) La verdad es que está buenísimo que hagas esa afirmación porque más o menos es como lo que uno busca, ser parte del elemento o el elemento parte de uno. Si vos decís que se ve de esa forma, para mí está buenísimo porque es la idea y de que uno vuela también, porque por eso trabajamos en el aire y la sensación es la de volar. Uno sabe que está agarrado, no me voy a tirar, pero todos los escapes (son las caídas que hacen al estar arriba) sobre todo si tenés buena altura como acá, te da esa sensación de soltar y agarrar la mano o terminar en brazos, te da una sensación de vuelo. Y que la tela sea una extensión ¡Guau! (voz de impresionada). Para mí está buenísimo porque uno busca eso, que se vea liviano, que se sienta liviano.

En primer lugar, que se sienta liviano lo que estés haciendo, que los movimientos sean fluidos a la hora de pasar de una cosa a la otra. Por eso, estás unas horas colgado e investigando con el elemento, porque tiene que ser parte de vos. Y arriba, vos tenés que entender cuál es tu derecha y cuál es tu izquierda (risa contenida). A todas las alumnas les pasa y también me pasó que estás arriba y le decís: “Con la mano derecha agarra la tela. La derecha. La derecha te estoy diciendo”. “Ay, no, es que de cabeza no me doy cuenta”. Te dicen, pero de cabeza la derecha o la izquierda o en la China o en dónde sea es lo mismo. Parece una pelotudez y lleva un rato, porque eso es conciencia corporal. Tenés que ganar fuerza, coordinación para después arriba y no tener que estar pendiente de cuál es la derecha y cuál es la izquierda.

Como artista que sos, ¿qué objetivos te trazas en el corto plazo? ¿piensas en el largo plazo?

En el corto plazo, necesito y quiero armar un número. Pasa que requiere tiempo (voz con lamento). Un número más elaborado, no únicamente subir a la tela y hacer el número en sí mismo, sino algo más elaborado que implica una entrada con una introducción en el piso y después pasarlo a la tela. Lo tengo que planear y dedicarle tiempo. En el largo plazo, esto sería como en el corto y largo plazo, porque no sé ni cuánto tiempo me puede llevar.

A veces armar un número te puede llevar dos años, un número bien personal, después puedo armar números así (chasquido de dedos) y más rápido para presentar o laburar y cosas así. Lo otro que me interesa mucho son mis clases y la idea de tener un espacio mío con mi amiga Juli. Sola es muy difícil. Arrancar con algo pequeño y después de a poco ir creciendo y formar alumnos. Si vos las ves o las escuchás a las chicas, hay más que un entrenamiento físico. Uno va y se desconecta, se descarga y canaliza y recibe contención porque hay un grupo. Está bueno formarse en eso también. Cuando ya no pueda dar mis clases, haber formado gente que pueda dar como a mí me gusta, porque lo que sucede con los espacios, es que vengo y tengo una forma. Los chicos son de otro palo (en referencia a los dueños de este circo) pero ellos son muy respetuosos del estilo de cada uno. No tenés una marca registrada y a mí el día de mañana que tenga un espacio, me gustaría que las cosas sean de esa manera. A mi manera.

Lo bueno de tener alumnos que siguen a lo largo del tiempo, es que podes meterlos en obras, montar algo y presentarlo. Se pueden presentar en festivales o nada más presentar la obra en tal teatro, vender las entradas. Todo es tiempo y plata (risita) pero más que nada es tiempo. A veces, me resulta difícil partirme los tiempos, porque doy muchas clases, entonces preparo las clases y hay una muestra ahora, ya en un mes y la empezamos a preparar hace dos meses y está la de diciembre. Tengo que organizarme para decir: “Un día a la semana le dedico para pensar en cómo dirigir una obra”. También asesorarme y no sé si estudiar, porque la verdad que estudiar hay carreras, pero son muy caras y no lo puedo sostener. Tengo que negociar con mi tiempo de entrenamiento, porque no es solo físico, uno tiene que usar la cabeza también y sentarte a mirar otras cosas, ir a ver otras cosas. Puede ser un disparador los trucos que ves en Instagram, que a veces me subo y “Mira que bueno esto”. Lo quiero hacer, lo hago y después de ahí salía otra cosa, resultó ser más un disparador que el truco en sí mismo. Es inevitable que te salga de otra manera porque tenemos todos cuerpos distintos y manera de movernos distinta.

Cuando una alumna me dice: “Pero no me sale como a vos” (voz de niña). No te va a salir y está bien que no te salga como yo, porque vos no me tenés que copiar, vos tenés que aprender lo que yo te estoy dando y partiendo de eso, vos vas a tener tu forma. Vos tenés tu línea y tu manera de moverte. Si vos me decís:” Yo quiero mejorar”. Trabajamos sobre eso pero no es que te salga como a mí.


A modo de cierre, en primer lugar, no parecía una entrevista, Patricia estaba muy distendida y suelta desde el inicio. Eso me sorprendió para ser tu primera entrevista, normalmente uno arranca con nervios o está tenso hasta que se acostumbra.

En segundo lugar, a mí me dio la sensación, con el transcurrir de los minutos, que parecía una charla bajo el sol entre amigos. Faltaba agregar unas reposeras y que la temperatura estuviera unos grados más arriba y era tranquilamente una charla de verano.

Y por último, antes de concretar la entrevista me instruyó en el tema y como profesora que es me corrigió los errores en la terminología. Además, estuvo predispuesta a revisar y agregar elementos que yo desconocía de la tela. Leyó de punta a punta la entrevista y fue amable de explicarme punto por punto.

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