Para los amantes de la estética industrial, existen materiales que van mucho más allá del cemento pulido o el hormigón. El microcemento es un buen ejemplo de ello. Un material de apariencia acuosa en revestimiento, pero que admite múltiples usos y una gran adaptabilidad. Pero, ¿qué características tiene exactamente?
Mucho más que cemento
Decantarse por un material u otro, tanto para empezar una obra nueva como para iniciar una reforma, no es moco de pavo. Especialmente, si lo que buscamos es conseguir una estética industrial, pero única a la vez. Por fortuna, y además de la cobertura de la que ya gozan el cemento o el hormigón, existen otros materiales como el microcemento cuya aplicación, sobre todo como revestimiento, puede lograr grandes acabados. Un material del que muchos destacan no sólo su bonita apariencia y facilidad de aplicación, sino también su versatilidad y adaptabilidad a cualquier gusto.
Tanto es así que, como reza la fábrica de microcemento Smartcret, este material ha conseguido una gran cantidad de adeptos para decorar sus hogares gracias a su gran sencillez, agilidad y resistencia. Atributos que, contrariamente a la típica expectativa, se combinan con una estética muy variada y que admite múltiples estilos y acabados. Además, una inversión que sale verdaderamente a cuenta. Ofreciendo un precio muy competitivo frente a productos como el cemento pulido y que, sin duda, no dejará a nadie indiferente.
Una envidiable adaptabilidad
Uno de los puntos fuertes del microcemento no es sólo su versatilidad, sino también su gran capacidad de adaptación. Con un espesor de pocos milímetros, su resistencia y adaptabilidad permiten integrarlo en prácticamente todo tipo de superficies. Además, se trata de un material resistente al agua; por lo que a menudo suele aplicarse en duchas y bañeras —para esta opción, recomendando aplicar de forma adicional un barniz. Asimismo, los revestimientos con microcemento también son aptos para exteriores, quedando una textura que admite muchas opciones y sin presentar fisura alguna ni presencia de juntas en su superficie.
De este modo, podemos escoger el microcemento tanto para revestir el suelo o las paredes como para nuestro baño o cocina, unas escaleras e incluso nuestra piscina. Si bien su precio por metro cuadrado es ligeramente superior al del cemento pulido —una diferencia que no acostumbra a exceder los veinte o treinta euros—, la realidad es que resulta idóneo para una reforma 100% Do It Yourself. En ese sentido, mientras el cemento pulido exige tratar la superficie antigua o aplicarlo directamente en una obra nueva, el microcemento puede aplicarse sobre el material existente sin necesidad de generar escombros. Algo a tener en cuenta si no queremos causar un gran alboroto en casa.
Un material para todos los gustos
Abordadas sus características principales, algunos pueden pensar que el microcemento guarda un aspecto industrial similar al del cemento pulido. Sin embargo, en su versión más clásica, el microcemento presenta formas acuosas. Un diseño natural que aporta a nuestro entorno una gran elegancia y originalidad. Con ello, y si preferimos ir un poco más allá hacia un estilo atrevido o diferencial, el microcemento también puede aplicarse en superficies de mayor rugosidad. Opción preferente si queremos evitar espacios extremadamente lisos. Y, por si fuera poco, incluso existen acabados dorados, de acero o bronce para conseguir una estética todavía más auténtica.
En relación a la elección de su aspecto, es también preciso mencionar los elementos que rigen su sencillo mantenimiento. Dado que el microcemento también existe en otras tonalidades y texturas, así como brillante o mate, todo dependerá de nuestra elección final. No obstante, y como necesidades básicas de limpieza, basta con fregarlo con un detergente neutro o, según el caso, el producto que nos recomiende un especialista. Asimismo, también suele ser frecuente el uso de jabón y cera una vez cada dos o tres meses para conseguir un aspecto más esplendoroso. De nuevo, siempre siguiendo las instrucciones que nos brinden tras su aplicación.
¿De qué está hecho el microcemento?
Mientras que el cemento se obtiene mediante un proceso de calcinación en el que se añaden distintos ingredientes —desde piedra caliza y clínker hasta yeso y otros—, el microcemento parte de una base de cemento realmente fina. A ésta, y con el propósito de conseguir sus características anteriormente mencionadas, se le añaden más aditivos entre los que se encuentran la resina, polímeros, áridos y pigmentos minerales. Estos últimos, responsables de las distintas tonalidades que adquirirá su composición final en función del aspecto que hayamos decidido. Asimismo, sus componentes hacen que si tiempo de secado sea menor.
De este modo, mientras que los tiempos de espera para el secado del cemento pueden ir desde los tres y cinco días hasta una semana, el microcemento está seco en unas 12 o 24 horas. Evidentemente, la cifra no es siempre exacta y, por ello, es conveniente cerciorarse de su correcto secado antes de finalizar su aplicación. Especialmente, para evitar algunas diferencias de brillo o blanqueo fruto de zonas todavía húmedas. Sin embargo, algunos expertos insisten en esperar al menos siete días para estar seguros al máximo de que podremos disfrutar de este fantástico material. Un sello de identidad que, desde la sencillez, sacará un gran partido a los espacios de nuestro hogar.