Medea es un mito inagotable que sigue inquietando nuestras mentes. Así lo demuestra la dramaturga y actriz Gala Martínez-Romero en la obra MedeA. Anarquía y libertad, en la que desafía las versiones más simplistas del mito.
Esta nueva revisión, hecha desde la actualidad y el feminismo, podrá verse el viernes 15 y el sábado 16 de octubre en la sala Plot Point de Madrid a las 20 y 21:30 horas respectivamente. Hablamos con Gala para que nos cuente más detalles sobre esta interesante performance, que no dejará indiferente a nadie.

– “MedeA. Anarquía y libertad”. ¿Qué va a ver el público en esta obra?
Es una visión muy personal sobre uno de los personajes femeninos más señalados de la historia. Es una performance, la verdad es que hago un poco lo que me da la gana. Mezclo lenguajes, códigos… A mí me gustaría que el público saliera preguntándose qué le tiene que decir su Medea particular, que saliera preguntándose cuál es su revolución, pero no quiero parecer pretenciosa… (risas).
– ¿Cómo es encarnar a Medea?
Pues es mucha responsabilidad. Me he preguntado muchas veces durante el proceso quién soy para encarnar a esta mujer tan dolida, enfadada y empoderada. Y un día en un ensayo, ella me respondió claramente: “No soy yo, sois vosotras”. Yo lo vivo así: creo que es el momento de alzar la voz, todas tenemos ese derecho y de alguna manera esa obligación. Es la magia de la creación.
– ¿Qué diferencia existe entre “tu Medea” y la de otras representaciones?
Los grandes referentes siempre son actuales porque conectan con grandes carencias del ser humano, y Medea, como tantos otros personajes femeninos, necesita una revisión feminista. Yo lo he intentado. La he mirado con ese prisma, que es con el que más me identifico, y he comprendido muchas cosas de ella. Creo que esto es lo más interesante de la pieza: el hecho de que la autora e intérprete se haya dado “el permiso” de revisitar a Medea. Sin pretensiones, pero con absoluto compromiso.

Medea es un proyecto autofinanciado, se lo he dado todo, me he rodeado de profesionales que han tenido mucha paciencia conmigo y con el proyecto porque, aunque seamos unos privilegiados del primer mundo, vivimos en la precariedad en muchos sentidos. Por esto creo que el público le debería de dar una oportunidad: es un acto de rebeldía.
– ¿Qué te ha llevado a hacer esta versión? ¿Por qué te decidiste por este proyecto?
Mi profesor de la escuela de interpretación Espazo Aberto (Santiago de Compostela), Carlos Neira, me lo propuso como trabajo de fin de la formación. Me animó a sumergirme en el universo de la tragedia griega y me dio herramientas para investigar y construir un texto y una puesta en escena potenciando mis habilidades como actriz. Desde entonces Medea ha dado varias vueltas, pero ese fue su primer nacimiento. Llevo un parto dos años y tengo la sensación de que este work in progress va para largo; me gustaría que este fuera el principio de otras revisiones de otros personajes femeninos… Ojalá.
– Además de interpretar a Medea, eres la autora del texto. ¿Con cuál de las dos facetas te quedas? ¿En cuál te has sentido más cómoda?
La verdad es que es un texto pensado por mí para interpretar por mí. Me resulta difícil imaginar cómo lo podría interpretar otra persona, aunque por su puesto sería muy interesante, me encantaría verlo… Lo más difícil de escribir e interpretar es no seguir oyendo la voz de la dramaturga cuando estás en escena. Los actores a veces somos puñeteros y lo criticamos todo, puede formar parte del proceso, pero tiene que haber un momento en el que el texto se cierre y la actriz tiene que confiar 200% en el texto. Cuando lo has escrito tú eso se complica, te vienen todos los monstruos de la inseguridad, el maldito síndrome de la impostora… Pero vamos, me quedo con las dos facetas, no puedo elegir. Me siento creadora, me gusta vivir el proceso completo y rodearme de gente para que me acompañe y tener una (o varias) visiones externas.
– ¿Qué papel juega el público en la función? ¿Hasta qué punto es importante?
El público, como siempre, decide qué se lleva a casa. Medea les mira, les habla, les acusa, les hace preguntas… De ellos depende querer responderlas o no.

– ¿Qué te gustaría que quedase en el público después de ver la obra?
Para mí la pieza no tiene ningún gran mensaje, tiene muchas preguntas. Yo me he embarrado metiéndome en ese mundo y se lo enseño al espectador. No espero nada, solo que no se sientan defraudados. Si les gusta la pieza o no, ese ya es otro tema…
– ¿Cuánto trabajo hay detrás de una obra como ésta?
Demasiado. Nunca se acaba. Es tan apasionante y agotador como suena. Yo llevo dos años sumergida en el proyecto, he hecho otras cosas, pero no podría contar las horas ni los procesos a los que me he enfrentado. A parte de los trabajos de mis compañeras: diseño del espacio sonoro (Javier Lemus), dirección (Antón Coucheiro), diseño del espacio escénico (Beatriz Rubio)…
– En alguna ocasión has manifestado que “MedeA viene para quedarse, está entre nosotras”. ¿A qué te refieres?
A que Medea somos todas. Para mí es el momento de que todas alcemos la voz, por eso viene para quedarse.
– MedeA es la primera pieza como actriz y autora que llevas a la capital. ¿Qué supone para ti representar esta obra en Madrid?
En Madrid he trabajado mucho, he vivido mucho y he penado mucho. Tengo una relación con Madrid en general y con el sector cultural alternativo en particular de amor-odio. Madrid es maravillosa, te permite hacerlo todo, todo lo que quieras hacer, eres “libre”, que dirían algunos… Pero también es agotadora. Hacen falta muchos recursos solo para mantenerse en pie. Con el sector alternativo me pasa parecido: me parece imprescindible un tejido cultural fuera de lo mainstream para que esté sano el sector, es muy necesario tener espacios en los que poder arriesgar más, hacer cosas más personales… Pero es duro, todos lo sabemos. Es muy duro sacar adelante un proyecto así. Y luego llegó la pandemia y “hasta luego”.
– Además de Medea, ¿qué otros proyectos tienes? ¿En qué estás trabajando?
Tenemos un grupo de cómicas, con el que empecé a trabajar en Galicia, Cómicas Anónimas. Somos un grupo de profesionales del mundo de la comunicación y de las artes que nos hemos juntado para reivindicar los espacios de las mujeres en escena. Sobre todo, nos enfocamos en la comedia, creemos que es un sector en el que todavía queda mucho por cambiar. A parte de eso este año quiero disfrutar del Máster en dirección teatral de Nave 73, reposar un poco para coger fuerzas y seguir creando, y trabajar en comunicación cultural, que de momento es lo que me da de comer.