“La ciudad de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, queda grabada en el visitante, por su fascinante conjunto medieval y el hechizo de su luz”
Cáceres, fascinante ciudad medieval, alberga en su casco histórico, artístico y monumental una joya, un hechizo. Cáceres tiene hechizo. Y luz. Una luz bellísima.

Un hechizo de larga andadura, en su conservación y rehabilitación, que la han convertido en una atractiva Ciudad Medieval entre palacios, torres, iglesias, angostas callejuelas, casonas nobiliarias, conventos, adarves, plazoletas…
Tal es así que desde 1986 Cáceres luce el galardón de Patrimonio de la Humanidad concedido por la UNESCO. Un mérito, en letras de oro en su corpus, en medio de una algarabía de monumentos, donde la luz es arte, reflexión, silencio recogido, entre silbidos de vencejos, cernícalos, golondrinas, sorteando los campanarios y esquinazos, volando en una ciudad mágica y de cielos solemnes.
Por sus aires y cielos se cuela una luz, la solar, cuajada de haces de magnificencia y la que ilumina desde la caída de la tarde, haciendo que la noche se avive, sobremanera, con una diversidad de gamas y tonalidades.

El casco histórico se configura como un poema cuajado de monumentos, arte, luces, colores, sentimientos, emociones y pasos que impulsan dinamismo y calor al sentir ciudadano. ¡Vive Dios que es así…!
En ese ámbito, la luz de Cáceres se hace arte, sublime, de rayos que se cuelan por entre el fulgor de las piedras…
La monumentalidad cacereña

El hechizo y la luz de Cáceres: Cáceres es monumental, artística y luz. Y arte. Y hechizo. El viajero, entonces, se llena de emoción en su andadura por la Ciudad Medieval, que se alza a la eternidad… El viajero se ahonda de sabor guiado por el pálpito de las luces de la historia, la calma del amanecer, el sosiego cuando los pasos trascienden en el atardecer, en los recorridos, de puntillas, por sus noches de admiración contemplativa, cuando el alma se serena y se radiografía, profundamente, la intensidad y riqueza de la luz de Cáceres.
En su recorrido por el Medievo, Cáceres destila aromas de una ensoñación que pareciera resurgir de sus cenizas entre aventuras, mercados, juglares, conquistas, batallas, suspiros, misterios, mientras un haz de tonalidades amarillentas, azules, naranjas, malvas, rojizas, grises, obscuras, blanquecinas, se dan cita con ese sentir de la intensidad e inmensidad de Cáceres.

Más allá una impresionante serie de estampas con su diversidad esplendorosa de haces y fulgores de luz: La Muralla árabe, el Adarve de la Estrella, la Plaza de Santa María, la Casa Mudéjar, la Cuesta de la Compañía, el Aljibe, el Palacio de las Veletas, sobre la Alcazaba almohade, la Puerta del Postigo, torres defensivas cristianas y árabes, la de los Púlpitos, la de la Yerba, La Enfermería de San Antonio, el Baluarte de los Pozos, el Arco del Cristo, con el sabor de la romana muralla, el Foro de los Balbos, donde se alzaba una de las puertas cuando la vieja Norba Caesarina, el Hospital de los Caballeros, el Balcón de los Fueros, la Casa del Judío Rico, la iglesia de San Mateo, sobre una mezquita, el conventual de San Pablo, un desfile de casas hidalgas, la Judería, con callejones sefardíes, con ermita sobre una sinagoga, donde una deslumbrante luz reverbera en sus casitas encaladas, calles con nombres como Amargura, de la Gloria, del Mono, Callejón del Gallo, la Calleja del Moral, Rincón de la Monja…

También esa luz sublime que se distingue entre fachadas platerescas, góticas, renacentistas, portadas adinteladas, otras adoveladas, con sillares almohadillados, retablos barrocos, espadañas, matacanes, escudos esculpidos en cantería, unos; en alabastro, otros; blasones heráldicos de familias nobiliarias, muros de mampostería, almenas picudas, balcones esquinados, llamativas gárgolas, ventanas enrejadas con hierro forjado, ajimeces cacereños, faroles, con preciosa luz que amarillea la noche, nobles medallones, saeteras, leyendas pétreas por los siglos: “Vanitas vanitatum et omnia vanitas” (1), “Aeterna memoriam iustorum” (2), “Non habemus hic civitatem manentum sed futuram inquirimus” (3), “Moderata durant. Nobilitat animus non acta parentum” (4), “Aquí esperan los Golfines el día del Juicio Final”, hornacinas como la de la Puerta del Río, patios herrerianos, mudéjares, renacentistas, toscanos, con claustros porticados, policromados artesonados, una salpicadura de jardines, capillas, sepulcros distinguidos que velan infinidad de retazos de la historia cacereña…

Piérdete, caminante, por Cáceres y comprenderás su sortilegio histórico-artístico. Poco a poco te irás contagiando por la magia, sorprendente, de la historia y, al tiempo, de la luz cacereña: Ayer, en y por los cauces del paso del tiempo y su legado entre raíces judaicas, de la morisma y de la cristiandad; hoy, serpenteando por sus suelos y rutas; mañana, como un cielo infinito de luces…
Avanza por la Ciudad Medieval de Cáceres, entre las piedras monumentales y la fuente de luz. Déjate ir, pues, hacia donde te lleve la vista, donde te dirija el corazón, donde te pilote el alma. Te lo aconsejo. Pasearás, entonces, con esa serenidad emocional y sugerente que inducen las entrañas de la ciudad.
Siempre Cáceres
Uno se enamora de esa simbiosis entre la hondura artística y el hermoso abanico de la luz de Cáceres como una estampa sagrada de vida por ese conjunto amurallado presidido por sus hechizos. Ahí radica el secreto del enigma: La combinación de la historia monumental y de la luz, plasmada sobre los lienzos y bordada sobre los tapices de Cáceres. Cáceres es Monumento, Arte y Luz…

Siempre una infinidad de monumentos y de rayos de sol y luces, que convergen, en el sortilegio de la ciudad medieval, como un poema cuajado de arte, luces, colores, sentimientos, emociones y honduras que impulsan dinamismo y calor al sentir ciudadano. ¡Vive Dios que es así…!
En ese ámbito, la luz de Cáceres se hace arte, sublime, de rayos que se cuelan por entre el fulgor de las piedras… Que quede constancia.
Más allá una sorprendente riqueza de estampas que cuajan de sabor y de esencias el casco histórico-artístico y monumental cacereño, como toda una algarabía de sabores que nos transportan a tantos siglos atrás por callejuelas y plazas, por numerosos rincones que se aderezan en la ciudad patrimonio de la humanidad, ejemplo de conservación y de rehabilitación.
Una ciudad… de cine
Ciudad medieval de manifiestos atractivos, todo un escenario de lujo, en los que se ruedan con frecuencia grandes producciones, imágenes, escenas, secuencias, series televisivas, documentales, cortometrajes, películas.

“El tulipán negro”, “La lozana andaluza”, “Isabel”, “La catedral del mar”, “La Celestina”, “Juego de Tronos”, “Leonor”, “1492, La Conquista del Paraíso”, “Teresa, el cuerpo de Cristo”, “Hernán, el hombre”, “Inés del alma mía”, “Romeo y Julieta”, “Los señores del acero”, generando una recreación con un marco escénico de gran belleza, bajo la dirección de figuras como como Ridley Scott, Juan Luis Buñuel, Vicente Escrivá, Mario Camus, de actores y actrices como los que representan Alain Delon, Virna Lisi, Gerard Depardieu, Penélope Cruz, Fernando Fernán-Gómez, Michelle Jenner, Fernando Sancho, Armand Assante, Euron Greyjoy, Jennifer Jason, Maribel Verdú, Juan Diego, Rutger Hauer, de productores, en donde las calles empedradas, los palacios, las torres, las casonas medievales, la acertada rehabilitación histórica el ambiente medieval de ese Cáceres de siempre se conforma como todo “un plató maravilloso”, tal como manifestara en su día Jordi Frades, director de la exitosa serie “Isabel I”, en una acertada frase que dio la vuelta por el panorama cinematográfico y por todo el mundo.
La gastronomía, una delicia

Dejando atrás los caminos de historia, arte y monumentalidad, puedes quedarte intramuros de la ciudad medieval o llegarte a las cercanías y pasar a disfrutar de la buena mesa con que se adornan los restaurantes cacereños, presididos por la gastronomía popular, de los que tan buenos recuerdos se lleva en el estómago y en la memoria…
En Cáceres, Ciudad Medieval, Capital Española de la Gastronomía en 2015, puedes degustar un aperitivo de queso como la torta del Casar, con Denominación de Origen, uno de los quesos estrella de España, con leche cruda de oveja entrefina, y cremoso, jamón de raza ibérica, como el de Montánchez, proclamado como el mejor del mundo, migas del pastor, a base de hogaza de pan con ajos, longaniza, tocino y otros, patatera, el embutido más conocido, con grasa de puerco, puré de patatas y pimentón, aceitunas aliñadas, torreznos, mollejas…
Ya, si nos metemos en platos: De primero se puede saborear un pisto, gazpacho cacereño, sopa de tomate, sopa de ajos, espárragos trigueros o zorongollo, una rica ensalada de pimientos de la huerta cacereña, rojos, asados, cebolleta, ajos, tomate, huevo y aceite de oliva.

Pasando a un segundo plato: Una caldereta o frite extremeño, guiso popular de cordero, acompañado de patatas, cuchifrito, perdiz estofada o al modo de Alcántara, tórtola, guisos de venado, que abundan en las campas extremeñas, cachuela, rabos asados de cordero, tencas, de las charcas cacereñas, truchas del río Jerte, en escabeche, ranas fritas…
El adiós
De este modo Cáceres tiene abiertas sus puertas de par en par, de modo permanente, ofreciendo toda una gama de variedades para completar unos recorridos, unas imágenes y un tiempo inolvidable, para la divulgación de sus atractivos y encantos.
Una andadura de lo más variopinto por Cáceres, donde la historia, el arte, la cultura, la gastronomía, la sensibilidad del paisanaje cacereño y la luz se hace inolvidable en el viajero y caminante.
NOTAS:
1: “Vanidad de vanidades y todo vanidad”.
2: “A la eterna memoria de los justos”.
3: “No tenemos aquí ciudad permanente si no que buscamos la futura”
4: “Las cosas moderadas duran. Ennoblece el ánimo, no los hechos de los parientes”.
El autor

Juan de la Cruz Gutiérrez. Licenciado en Periodismo. Cronista parlamentario de TVE. Director de los Centros Territoriales de TVE Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra y del Centro de Producción de Programas de TVE-Canarias. Articulista y ensayista. Autor de las novelas «Tierra de silencio» y «El rabadán de Extremadura», sobre la emigración regional de Extremadura, de la biografía «Rafael Ortega, la alfarería como Arte Mayor» y coautor de la «Guía de la Sierra de Gata». Premio de periodismo «Dionisio Acedo», de la Diputación de Cáceres, Premio de Periodismo Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza, Premio DAI, de Acción Social Gitana.
Cáceres es todo luz, belleza, encanto como bien refleja este artículo de Juan de la Cruz escrito con tanto amor y pasión.
Merece y mucho hacer una escapada y pasear por nuestras calles, rodeado de piedras que conforman Palacios, Iglesias y bellísimos rincones y para terminar este recorrido un buen aperitivo para degustar nuestros productos.