Indignación e impotencia. Un artículo de Andrea Nieves Pilán
Indignación e impotencia. Un artículo de Andrea Nieves Pilán

Indignación e impotencia: Dos palabras presentes constantemente en la vida de los estudiantes españoles. Me llamo Andrea Nieves Pilán, tengo 16 años y muchas cosas que decir. Probablemente nadie lea este artículo porque lo ha escrito una adolescente. Una adolescente que no está de acuerdo con aspectos que condicionan la vida de muchas personas, especialmente la mía, y creo que todo el mundo tiene derecho a escoger su camino o como mínimo su dirección. Me gustaría hablarles sobre un tema bastante frágil: la educación.


Indignación e impotencia. Por Andrea Nieves Pilán

Educación ¡qué compleja palabra llena de subjetivismos! Cada persona es educada de forma diferente, y según algunos estudios todo influye en el carácter de una persona. Cosas tan sencillas como la escuela, la familia, los amigos, practicar un deporte… es un tema que está muy en voga y que está constantemente en boca de nuestro querido gobierno español. Parece ser que no se han dado cuenta de la importancia que tiene una educación de calidad en el futuro de un país. Les contaré mi caso. Actualmente estudio primero de bachillerato en un instituto público. En un futuro me gustaría estudiar Ciencias Políticas y llegar a ser alguien importante en el mundo, sencillamente para cambiarlo. Para lograr entrar en la carrera no solo deberé llegar a la nota requerida sino que el bolsillo de mi madre deberá tener capacidad para afrontar dichos gastos. Con un poco, o más bien mucha suerte, llegaré a obtener una beca. ¿Pero qué ocurre? ¿Desde cuándo la educación debe estar limitada por la economía familiar? “Educación” no puede estar ligada a “economía”, pero actualmente mantienen una relación de necesidad mutua. La una es imprescindible sin la otra. ¿Pero porqué los de arriba mandan sobre mi futuro? ¿Por qué no la mayoría escogen como quieren que sea su educación y la de sus hijos? ¿Qué democracia es esa?

La educación

La educación no está hecha para personas como yo. Personas que sobresalen del resto, por su forma de pensar, no por sus resultados académicos y que su futuro depende de la economía familiar. Gente con capacidad para hacer grandes cosas que nadie es capaz de apreciar. El sistema no promueve la creatividad ni el esfuerzo de aquellos que intentan salirse de los límites establecidos. Sencillamente es un proceso de fabricación de productos programados desde el inicio de su creación. Un sistema inflexible que pretende catalogar a los alumnos sistemáticamente. Y eso, es un error que nos venden a todos desde hace tiempo.

Las personas inteligentes no siempre son las que tienen las calificaciones más altas. La historia nos ha demostrado que algunos productos defectuosos brillan más que los productos estrella del sistema educativo. Deberían planteárselo todas aquellas personas poderosas que eligen por mí. No se dan cuenta de que están formando a personas que tendrán que sacar el país adelante en un futuro. La gente preparada y con estudios acaba decidiendo salir del país. Yo, soy el futuro. Mi clase de primero de bachillerato es el futuro. Todos y cada uno de los ciudadanos, somos el futuro. El futuro de la economía, la tecnología, la salud, la educación, el medioambiente. Y están creando productos con una obsolescencia programada.

¿Quieren que les muestre mis argumentos para sentir indignación e impotencia? Acudan a los diferentes institutos y podrán escuchar historias como esta. Tengo un profesor de matemáticas que se jubilará este mes de diciembre y que ha decidido explicar todo el libro en el primer trimestre. Este libro incluye parte del temario de cuarto de la ESO y parte que, si el gobierno decide hacer la tan polémica reválida, nos entrará a todos los estudiantes. Este hombre, nos ha calificado a todos los alumnos como insuficientes sin haber realizado ningún tipo de examen. Este señor ha decido saltarse las normas que habéis impuesto y que marcarán mi futuro. Pero al ser una autoridad, nadie nos ha hecho caso. Quejas al tutor, al director, quejas que llegaban a sus despachos cada año y que ellos han querido ignorar. Porque no les interesa tener problemas, ¿qué clase de educación es esa?

Mis compañeros y yo partimos con desventaja respecto al resto de alumnos del país en contra de nuestra voluntad. La respuesta que nos dieron todas estas personas fue que aguantáramos hasta que se jubilara. ¿No se dan cuenta de todo lo que eso nos perjudica? Nuestro tutor nos ha sugerido que quizás deberíamos acudir a un profesor particular. Yo pienso que la tarea de educar es responsabilidad del gobierno y del profesorado. Y creo que no están correctamente responsabilizados. Queridos políticos están formando mal a personas que en un futuro deberán mantener el país, su país. El país por el cual aseguran luchar y hacen cambios día a día, para crear nuevas startups. Están subestimando nuestra capacidad e infravalorándonos, machacándonos a deberes para que luego 1 de cada 3 jóvenes abandone los estudios. Estudios que otros lograrán terminar, pero seguirán estando menos preparados que en muchos otros países.

Están creando máquinas de repetir, de copiar y de vomitar apuntes y están olvidando que es realmente educar. Millones de personas ponen en manos de profesores la educación de sus hijos y no saben el potencial que está siendo desaprovechado. Horas y horas de estudio, de clases, levantarse pronto, trabajos y deberes… ¿para qué? Si todo este esfuerzo hiciera que saliéramos preparados para el mundo laboral, podría llegar a entenderlo. Pero este esfuerzo solo anula a personas.

Me gustaría que se plantearan un cambio radical en el sistema educativo y que esta “carta” sirviera para algo, me gustaría que se tuviera en cuenta la opinión de personas como yo.

Estoy de acuerdo en que muchas personas de mi edad están viviendo una adolescencia complicada pero también es responsabilidad vuestra saber gestionarla. Los profesores se dedican a formar personas pero ellos realmente no saben el poder que tienen en sus manos. Es por eso que les pido que dediquen unos minutos a leer esta reflexión que condicionará mi futuro, el de muchos otros estudiantes españoles y el de todos. Dejen de tratarnos como objetos.

Gracias por su atención.
Andrea Nieves Pilán

«Indignación e impotencia»

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